¡OH, MAR!



¡Oh, mar!
No digas marejada o chapoteo
Porque la blancura
Sobre la boca de una perla
Dirá lo que tú no dices.

¡Oh, mar!
Sobre el sepulcro del sol que muere
No llores cuando la tarde llegue
Porque las nubes ya lloraron
Cuando el sol aún era puro espectro.

¡Oh, mar!
No presumas del cielo
Que en tus manos está
Porque las montañas ya tienen
En sus manos los troncos
Y no las sombras.

¡Oh, mar!
No te asombres
Si ves a alguien dispersar
Por los barrancos del viento
La arena que te hice para coronar
Tu cabeza real
Porque las estrellas,
Que no iluminan sus propios dedos,
Son falsas perlas.

¡Oh, mar!
Agítate si quieres o cálmate
Porque los buitres seguirán adormecidos
Como hormigas
Sobre tu cadáver.

¡Oh, mar!
Tus olas gitanas me enseñaron
El canto de los tiburones
Y el baile de los delfines.
Mas mi memoria se hundió
En el lamento de las gaviotas
Del rio y de las margaritas.

¡Oh, mar!
Eres solo una lágrima
Sobre la cara de un ciervo fugitivo
Que pregunta a los transeúntes
Por la hierba,
Por cualquier manantial,
Para beber en su taberna
Una copa o más;
Un ciervo fugitivo
Que pregunta por cualquier sombra
Donde acariciar sus patas
Y dormirse.

¡Oh, mar!
Dame tu mano derecha
Para que transitemos
El redondo planeta
Hacia cualquier mar
Y no demos la vuelta algún día
Hacia la forma de una manzana,
O de un riachuelo.


Autor: Abdelkarim Tabbal

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